Caballos y lluvia: cómo cuidar su salud y bienestar
Los caballos son animales que han evolucionado para vivir al aire libre y adaptarse a todo tipo de condiciones meteorológicas, incluida la lluvia.
Sin embargo, cuando dependen de nosotros, tenemos que adoptar las medidas adecuadas para preservar su salud y bienestar, también en estas situaciones. Tomando las precauciones que detallamos a continuación, prevendremos enfermedades como la dermatitis por humedad, la podredumbre de la ranilla, los resfriados o las infecciones respiratorias.
Sin embargo, cuando dependen de nosotros, tenemos que adoptar las medidas adecuadas para preservar su salud y bienestar, también en estas situaciones. Tomando las precauciones que detallamos a continuación, prevendremos enfermedades como la dermatitis por humedad, la podredumbre de la ranilla, los resfriados o las infecciones respiratorias.
¿Hasta qué punto puede tolerar la lluvia el caballo?
La anatomía del caballo está preparada para soportar cierto grado de lluvia.
Su pelaje es impermeable, en gran medida, gracias a la capa externa de pelos grasos, largos y gruesos, que desvía la mayor parte del agua, y a otra interna de pelusa que actúa como aislante.
Sin embargo, las lluvias prolongadas o intensas pueden saturar su pelaje y comprometer esta capacidad de aislamiento.
¿Cómo proteger a mi caballo de una lluvia prolongada o intensa?
Refugio:
Es fundamental que los caballos tengan libre acceso a un refugio adecuado.
Un establo o cobertizo con buena ventilación les permite secarse y prevenir enfermedades relacionadas con la humedad y el frío.
En climas fríos, además, la combinación de lluvia y bajas temperaturas puede ser particularmente peligrosa, ya que, como decíamos, el pelaje mojado pierde capacidad de aislamiento y aumenta el riesgo de hipotermia del caballo.
Mantas impermeables:
En algunas circunstancias, especialmente en climas fríos o cuando el caballo está envejeciendo, el uso estas mantas puede ser beneficioso, porque ayudan a mantener la temperatura corporal del caballo y a prevenir que se moje en exceso.
Sin embargo, es crucial que la manta esté bien ajustada y sea de buena calidad, ya que, si no es impermeable o no se coloca bien, puede causar más daño que beneficio.
Control de pastos y alimentación:
La lluvia no solo afecta a los caballos, sino a su entorno. Los pastos empapados pueden volverse fangosos, y eso puede condicionar su acceso al alimento y conducir a problemas de estabilidad y lesiones, como torceduras o esguinces.
Además, en áreas donde la lluvia es frecuente y prolongada, el crecimiento del pasto puede verse alterado. En este caso, hay que suplementar la alimentación de los caballos con heno de buena calidad.
Por otro lado, también es importante monitorear la calidad del heno almacenado, ya que la humedad puede aumentar el riesgo de moho, perjudicial para la salud del caballo.
Manejo del caballo:
Ante un incremento de la humedad ambiental, es clave la revisión regular de los cascos (que han de mantenerse limpios para prevenir infecciones) y la piel de nuestro caballo.
¿Qué enfermedades estamos evitando si seguimos estos consejos?
Existen numerosos problemas de salud equina asociados a una exposición continuada a la lluvia. Por poner algunos ejemplos:
Dermatitis por humedad (Dermatitis de lodo o arestines).
También conocida como «pata de barro», es una afección común que ocurre cuando los caballos están expuestos a suelos húmedos o fangosos durante mucho tiempo. Esta condición afecta a la piel, y particularmente de las patas, y se caracteriza por inflamación, costras y, en casos severos, infecciones secundarias. Mantener las áreas de pasto y establos lo más secos posible es clave para prevenir esta condición.
Podredumbre de la ranilla.
Se trata de una afección bacteriana que puede producir la exposición prolongada a suelos fangosos. Afecta la parte blanda del casco y puede volverse dolorosa si no se trata adecuadamente. Es importante revisar los cascos de nuestro caballo regularmente y mantenerlos limpios y secos.
Resfriados e infecciones respiratorias.
Aunque los caballos pueden soportar la lluvia, estar mojados durante períodos prolongados, especialmente en climas fríos, aumenta el riesgo de infecciones respiratorias. Las bacterias y virus pueden prosperar en entornos fríos y húmedos, comprometiendo el sistema inmunológico de nuestros equinos.