Los piensos deben aportar un equilibrio entre la energía fría y la energía caliente según el ejercicio a realizar.
Energía fría
Los caballos que realizan esfuerzos de poca intensidad pero prolongados, propios de disciplinas como el raid, el concurso completo y el enganche, necesitan piensos con energía ‘fría’: procedente de aceites y grasas vegetales que se libera de manera lenta con el transcurso del tiempo.
Estos caballos deben evitar, en la medida de lo posible, piensos con altos niveles de hidratos de carbono (es decir, almidón).
Un ejemplo de pienso con energía fría es Covaza Sport Performance.
Energía caliente
En cambio, los caballos que se ejercitan en disciplinas que precisan un esfuerzo intenso en un plazo de tiempo corto (carreras, polo) necesitan alimentos con energía caliente, proveniente de los hidratos de carbono no estructurales (almidón de los cereales), que se libera de manera inmediata.
Nuestra propuesta Covaza POLO Sport Mix.
Los piensos deben aportar un equilibrio entre las dos energías según el ejercicio a realizar.
Pero en general, a no ser que nuestros caballos se dediquen a las disciplinas más ‘explosivas’, es más saludable que les demos piensos ricos en grasas y bajos en hidratos de carbono.
¿Por qué? Porque esta dieta tiene beneficios importantes para nuestro caballo como favorecer la disminución de la temperatura corporal durante la realización del ejercicio y prevenir enfermedades musculares habituales en caballos de deporte como la enfermedad de los lunes o rabdomiólisis recurrente crónica.
Para los que quieran una explicación un poco más científica, recomendamos seguir leyendo.
El combustible del caballo: los alimentos
Los alimentos son las sustancias que un organismo, en este caso el del caballo, toma del exterior y que, tras el proceso de la digestión y absorción, le proporcionan un conjunto de sustancias más simples denominadas principios inmediatos.
Estos principios inmediatos son las proteínas o prótidos, grasas o lípidos, hidratos de carbono o glúcidos.
Todos son indispensables para la vida del caballo: para su crecimiento y para la formación de reservas nutritivas que proporcionan energía para la actividad fisiológica de las células y de los tejidos, de la cual la parte más importante es la producción de calor (termogénesis) y el trabajo muscular del caballo.
Los alimentos son, en definitiva, el combustible que necesita el caballo para generar energía.
Estas sustancias nutritivas, una vez absorbidas y transportadas del tubo digestivo al torrente sanguíneo, sufren unas complejas transformaciones químicas y energéticas que se conocen con el nombre de metabolismo.
El metabolismo energético del caballo
Los hidratos de carbono y las grasas son los principios más eficientes para la producción de energía. Las proteínas también generan energía, pero de una manera más ineficiente.
Los granos de cereales y sus subproductos, así como los forrajes, son ricos en hidratos de carbono.
Los contenidos en los dos primeros se denominan hidratos de carbono no estructurales o de reserva, y los contenidos en los forrajes se denominan hidratos de carbono estructurales; es decir, que forman parte de la estructura vegetal, y son las hojas y los tallos de la planta.
Uno de los hidratos de carbono no estructurales más importantes es el almidón, el cual tras su metabolización se convierte en glucosa, que pasa a la circulación sanguínea y es utilizada inmediatamente para la generación de energía si la requieren los músculos. Si no es así, esta glucosa se almacena como glucógeno en el músculo y en el hígado para cuando sea necesario.
A partir de los hidratos de carbono estructurales también se genera energía, pero en menor medida y rapidez; tras su metabolización se convierten en ácidos grasos volátiles.
La obtención de energía a través de la utilización de los hidratos de carbono puede hacerse en presencia o en ausencia de oxígeno.
Sin embargo la generación de energía utilizando las grasas sólo es posible con presencia de oxígeno.
El metabolismo energético que se produce en presencia de oxígeno es un metabolismo aeróbico, y el que se produce en ausencia de oxígeno es anaeróbico.
El que se produzca energía bajo la presencia o ausencia de oxígeno dependerá de la cantidad de energía requerida por unidad de tiempo, si los requerimientos energéticos son bajos teniendo en cuenta el tiempo, la energía procederá del metabolismo aeróbico de las grasas principalmente.
Si las demandas energéticas siguen aumentando en la misma unidad de tiempo, la energía en su mayor parte vendrá por el metabolismo también aeróbico de los hidratos de carbono, y finalmente si los requerimientos energéticos son muy elevados por unidad de tiempo, el aporte de energía se dará a través del metabolismo anaeróbico de los hidratos de carbono.
Metabolismo aeróbico y anaeróbico en el caballo
Podemos pensar que no es importante que la energía provenga a través del metabolismo aeróbico o anaeróbico; la cuestión es que llegue energía a las células musculares para que éstas puedan desempeñar el trabajo físico.
Pues bien, la principal ventaja de utilizar el metabolismo aeróbico frente al anaeróbico es su mayor eficiencia, ya que la cantidad de energía liberada por la digestión de cada gramo de glucosa (que proviene de la digestión del almidón contenido en los hidratos de carbono no estructurales de los alimentos) es casi 20 veces mayor cuando se realiza a través del metabolismo aeróbico que cuando se emplea la vía anaeróbica.
Ya se llevan algunos años investigando científicamente raciones ricas en hidratos de carbono frente a raciones con un contenido en grasa más elevado y las conclusiones son las que hemos expuesto al inicio de este artículo.