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¿Qué ocurre en la dieta de un caballo cuando lo tenemos en un box (en un paddock en el mejor de los casos) y lo sometemos a un programa de entrenamiento para competir con él?

Está claro que los caballos son eminentemente herbívoros y su fisiología digestiva está diseñada para comer cada día, y durante largas horas, importantes cantidades de hierba, alimento con bajo contenido energético. Pero este tipo de alimentación es el de los caballos salvajes, no el de los caballos en competición.

Cuando un caballo entrena, la consecuencia inmediata es que necesitará un aporte energético mayor, porque con una dieta a base de forrajes no satisfaremos sus necesidades de energía extra.

Pues bien, ¿dónde podremos recurrir para obtener dicho aporte extra? La respuesta es en el grupo de los aceites vegetales, que no solo son compañeros casi imprescindibles cuando pensamos en la competición, sino que aportan un plus importante de salud a nuestro caballo. Lo explicamos a lo largo del artículo.

Pero, ¿por qué optar por aceites vegetales en vez de por proteínas o cereales para obtener esta energía extra para nuestro caballo?

Es cierto que tradicionalmente hemos acudido a los cereales, cuya característica principal es su aporte en hidratos de carbono, especialmente en almidón. Pero los cereales en sí muestran varios inconvenientes y desequilibrios nutricionales. Cabe destacar que los cereales en grano (excepto la avena) tienen una digestibilidad muy baja, por lo que es necesario procesarlos de alguna manera, bien sea moliéndolos, aplastándolos (tanto por vía fría como por calor) o extrusionándolos (pellets o extrusionados). En cuanto a desequilibrios nutricionales, el más importante es su relación Ca:P (Calcio:Fósforo) que, además de estar invertida, está descompensada.

Otra fuente a la que podemos recurrir son los alimentos altos en proteínas como la soja, el girasol, los guisantes o la colza, pero está demostrado que en el metabolismo equino la transformación de la proteína en energía es bastante ineficiente, además de producir urea (amoniaco) como residuo, un elemento bastante desaconsejable en cualquier organismo animal.

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Ventajas de los aceites para nuestros caballos

En el grupo de las grasas, o los aceites, es donde los nutricionistas equinos nos hemos centrado mucho durante los últimos años. Las causas son múltiples. A saber:

Los aceites vegetales son bien aceptados por los caballos en sus dietas, además de aportar un nivel de calorías muy importante:

por término medio, 1 gramo de hidratos de carbono proporciona al organismo 4’1 calorías, al igual que 1 gramo de proteína. Sin embargo, 1 gramo de grasa proporciona por término medio 9’3 calorías. Por lo tanto, podemos afirmar que las grasas aportan más de 2’25 veces más energía que los hidratos de carbono y las proteínas. Por ese motivo la inclusión de niveles altos de grasas (vegetales) / aceites (también vegetales) es más que aconsejable en las dietas de nuestros caballos.

Además, si tuviéramos la posibilidad de observar una célula al microscopio, veríamos que su membrana está formada por tres capas: la más externa es una capa de grasa, la intermedia es una capa formada por proteína y la capa interna está formada por grasa también, razón por la que se la denomina membrana bilipídica.
Si mantenemos bien alimentada y en buen estado esa membrana, favoreceremos la salud, el sistema inmune y, por lo tanto, el rendimiento de nuestro caballo.

En verano

Al incluir aceites, podremos rebajar la cantidad de concentrado o pienso que suministramos a los caballos sin tocar el aporte de forrajes, que siempre ha de ser abundante.

En invierno

Si incluimos a la ración diaria de nuestro caballo una cantidad determinada de aceite, aumentamos de manera segura la energía de esa ración. Por ejemplo, si añadimos 100 ml de aceite vegetal a la ración, aportamos automáticamente 800 Kcal. Teniendo en cuenta que 1 kg de alfalfa aporta 1.800 Kcal por término medio, podemos ver la importante aportación calórica de los aceites.

Los aceites, así mismo, contienen entre otros ácidos grasos esenciales ácido linoleico (w6) y linolénico (w3) que, en dietas basadas en cereales, son bastante deficientes. Ambos mejoran la calidad de la piel y el pelo, previenen irritaciones dérmicas (eccemas) -sobre todo en el verano-, regulan y mejoran el sistema inmunitario, aportan flexibilidad muscular para el ejercicio, aseguran la integridad de los tejidos y garantizan el correcto desarrollo y mantenimiento celular favoreciendo las funciones fisiológicas del organismo. Diversos estudios han demostrado, además, que el w3 tiene propiedades antiinflamatorias naturales y evita la acumulación de ácido láctico.

Ya hace muchos años (1929) se realizó un experimento que dio a conocer la gran importancia que desempeñaban los lípidos (aceites y grasas) en el organismo animal. Se suministró una dieta absolutamente desprovista de lípidos a un conjunto de animales. Al poco tiempo se observaron desarreglos en el crecimiento y en el trofismo cutáneo (piel costrosa y escamosa). La adición de unas pequeñas cantidades de ácidos grasos insaturados como el w6 y el w3 hizo desaparecer rápidamente el cuadro morboso. Por eso a estos ácidos se les atribuyó una función análoga a la de las vitaminas. Recordemos, además, que las grasas son el vehículo a través del cual pasan al organismo las importantes vitaminas liposolubes (A, D, K, E).

La conclusión es clara:

los aceites vegetales, como Glycoil o  LinoMax3  de Covaza son una rica fuente de energía segura y de liberación lenta que retrasan la aparición de la fatiga en el ejercicio, favorecen el tránsito intestinal, refuerzan el sistema inmune y protegen de trastornos al sistema digestivo de nuestros caballos.

 

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