La alimentación y el ejercicio en los caballos de competición

La dieta de un caballo de competición es diferente a la de un caballo de ocio.
La nutrición de los caballos que hacen deporte y compiten habitualmente debe mantenerlos en óptimas condiciones y mejorar su rendimiento.

Caballo y jinete saltando un obstáculo de competición

Hay tres factores que debemos vigilar para lograr el mayor rendimiento de un caballo de competición y para evitarle riesgos de salud que pueden afectar muy negativamente a su carrera deportiva:

Energía: demos a nuestro caballo de competición la que necesita. Ni más ni menos

Uno de los conceptos más importantes en cuestiones de alimentación es la energía.
La cantidad de energía ingerida a través de los alimentos que suministremos al caballo será decisiva, tanto para mantener una correcta condición corporal (ver artículo escala de Henneke) como para proveer al caballo de reservas energéticas suficientes para el trabajo que se le exija.

Si la cantidad de energía ingerida es menor que la energía necesaria para desempeñar el trabajo, el caballo adelgazará, mientras que si la cantidad de energía ingerida es superior a la requerida el caballo engordará.

Otro tipo de variable a tener en cuenta es el tipo de trabajo a realizar.
La demanda física de las distintas disciplinas hípicas es muy amplia:
no es lo mismo alimentar a un caballo de carreras, cuyo esfuerzo es muy intenso en un periodo muy corto de tiempo, que alimentar a un caballo de raid, donde el esfuerzo en intensidad es mucho menor pero, sin embargo, la duración es mucho mayor.

En cualquier caso, la realización de un ejercicio exige el aumento de los niveles de energía, agua, ciertos minerales (calcio, fósforo, cloro, sodio, potasio), y algunas vitaminas, fundamentalmente la vitamina E y C, y las del grupo B. Sin embargo, la necesidad de otros nutrientes como proteína, y vitaminas A y D apenas cambia.

Ni qué decir tiene que debemos dejar pasar dos horas por lo menos desde que le damos la ración de pienso hasta que ponemos a trabajar al caballo para no interferir en su proceso digestivo.

Binomio de jinete y caballo entrenando en doma clásica.

El calor: preferibles los concentrados, pero en su justa medida

El calor es otro factor que debe ser considerado cuando se alimenta a los caballos de competición sometidos a ejercicio.

El ejercicio es trabajo metabólico: el trabajo produce calor y el caballo debe disiparlo para realizar adecuadamente el trabajo.

Cualquier cosa que aumente el calor corporal, o interfiera con la capacidad del caballo para deshacerse del calor del cuerpo, puede afectar al rendimiento.
Obviamente, la humedad y temperatura ambiente pueden afectar dramáticamente a la capacidad del caballo para eliminar el calor corporal sobrante debido al ejercicio.

Pero también debemos considerar el calor producido por la digestión de los alimentos, ya que éstos actúan de diferentes maneras, tanto por su capacidad para retener agua como por la eficiencia de su digestión y utilización.

Por ejemplo, si comparamos los concentrados (bien sean granos de cereales o piensos preparados) frente a forrajes, estos últimos son más voluminosos, retienen y requieren mayor cantidad de agua en el sistema digestivo, son digeridos con menor eficiencia y producen mayor cantidad de calor en su digestión, por lo que alimentar a los caballos de competición con concentrados tiene ciertas ventajas.

Sin embargo el beneficio de estas ventajas debe ser sopesado contra el riesgo de producirse cólicos o infosuras (laminitis).

El estrés: vigilar el ejercicio del caballo y controlar el almidón

La alimentación del caballo de competición también influye en su grado de estrés.
Las raciones elevadas en almidón contribuyen a estresar a algunos caballos, ya que este polisacárido es una fuente de energía rápida y explosiva (energía caliente, ver artículo energías caballo) que con la digestión se convierte rápidamente en glucosa. Este pico de glucosa provoca que el páncreas del caballo segregue insulina para contrarrestarla. Y la insulina pasa al torrente sanguíneo del caballo, le excita y le estresa.

Pero ¿qué alimentos contienen mucho almidón?

Las raciones tradicionales a base de cereales sin procesar, como la avena, cebada, trigo o el maíz, y los subproductos de cereales como el salvado de hoja o las cuartas de trigo (si bien, estos subproductos contienen menos) .

En cambio, las raciones bajas en almidón pero ricas en grasas y fibras digestibles (energías frías), evitan estos picos de glucosa que tanto alteran a los caballos y previenen, así, parte del estrés. Concentrados para caballos de deporte como Sport Performance tienen en cuenta esta relación entre estrés y fuentes de energía en su formulación. Por otro lado, está demostrado que el ejercicio estresa, o pone en tensión, los sistemas del caballo. El estrés en el caballo está implicado en la etiología (origen) del comportamiento agresivo, úlceras gástricas, cólico, diarrea y disminución de la función del sistema inmune.

El estrés inducido por el ejercicio

Aunque el estrés inducido por el ejercicio es difícil de cuantificar, el mejor sistema hasta la fecha es medir el cortisol en plasma y el lactato. Y los resultados de dichas mediciones han demostrado que unos tipos de ejercicio son más estresantes que otros.

Por ejemplo, potros iniciados en el entrenamiento demostraron una respuesta clásica de estrés fisiológico (un aumento de cortisol en plasma y lactato) a medida que aumentaba el nivel de trabajo, así como cuando se producían cambios en el manejo diario y en la rutina. Por otro lado, caballos de salto experimentados no dieron señales de estrés fisiológico después de haber completado una competición.

Reconocer posibles factores de estrés y eliminarlos cuando sea posible es muy beneficioso para los caballos de competición sometidos a un determinado programa de trabajo.

Quilis campeón de clásica en Fiecval 2012 y cliente de Covaza

La alimentación del caballo en otoño e invierno

Con el descenso de las temperaturas debemos tener en cuenta ciertas pautas de alimentación  y cuidados de nuestros caballos para que afronten en las mejores condiciones la estación invernal.

Caballo negro sobre paisaje nevado.

 

El caballo en invierno debe beber agua. Y a la temperatura adecuada

Al bajar las temperaturas, los caballos consumen menos agua. Por eso debemos asegurarnos de que siempre tengan acceso al agua potable.

Si las temperaturas descienden por debajo de cero grados hay que revisar todo el circuito que transporta el agua hasta el bebedero del caballo, desde el depósito hasta las tuberías (si están en el exterior), por si se forma hielo.

Si estamos en una zona  donde el frío es intenso podríamos ofrecer a los caballos el agua en cubos a una temperatura de 15º-17º C, o bien disponer de calentadores para contrarrestar el agua fría.

Caballo en invierno bebiendo agua a la temperatura adecuada

Dar al caballo un forraje con más energía (o complementarlo con pienso o aceite) y fibra

Si nuestro caballo no está sometido a un trabajo elevado, podemos mantenerlo en buena condición física a lo largo de casi todo el año con suficiente forraje de calidad.
Pero, con la bajada de temperatura, el caballo necesita mayor aporte calórico y el forraje habitual no cubre sus mayores exigencias energéticas. Por eso necesitamos:

Cambiar a otro forraje con mayor nivel de energía

O complementar el forraje con algún pienso para que la ración diaria cubra las necesidades de mantenimiento de nuestro caballo en términos de energía.

También podemos utilizar aceites apropiados como Gycoil o LinoMax3 que aumentan el aporte de energía de una forma segura y saudable (ver Los aceites: los grandes aliados energéticos de los caballos).

Además, el forraje nos aporta fibra, nutriente esencial en la dieta del caballo. Si el forraje escasea podemos ‘estirarlo’ con fuentes de fibra alternativas:

Subproductos fibrosos (pulpa de remolacha, salvado de trigo).

Piensos completos (que aportan otros nutrientes, vitaminas y minerales y cuyo nivel de fibra sea como mínimo del 17%-18%).

En Covaza Nutrición Equina te recomendamos dos piensos con un alto nivel de fibra:
Hipic Horse para los caballos adultos con buena salud que no han tenido ninguna patología.
Y nuestro pienso veterinario, Tecnofiber, para cualquier caballo con algún problema de salud o un caballo sano que necesite ganar condición física (Tecnofiber, suministrado en diferentes cantidades según el caso, siempre es un complemento del pienso adecuado a la edad del caballo -potro, adulto, senior-, y del forraje, como todos los piensos).

Caballo comiendo forraje en paisaje nevado.

Revisar la condición corporal del caballo para ajustar las raciones

El pelo de los caballos en invierno crece para protegerse del frío y puede engañarnos sobre su verdadera condición corporal.
Por eso es especialmente importante vigilarla dos veces al mes mediante el sistema de puntuación de la condición corporal denominado escala Henneke (ver artículo sobre la escala Henneke).

Este sistema nos ayuda a localizar las zonas de grasa en el cuerpo del caballo y, en base a su valoración, nos permite ajustar de manera más exacta el programa de alimentación.

Si durante estos meses el caballo aumenta su peso, deberíamos disminuir la cantidad de concentrado o de pienso y, en la misma proporción de peso, aumentar el forraje.

Pero si nuestro caballo no ha necesitado pienso hasta ahora y con la cantidad de forraje que le suministramos pierde peso, deberíamos aumentar la cantidad de dicho forraje,  pasar a otro de mayor contenido energético o añadir a su ración diaria un poco de pienso.

Caballo castaño viendo nevar.

Y no olvides que:

El agua es el nutriente fundamental de los caballos y debemos prestarle  mucha atención.

El forraje es el segundo alimento en importancia para el caballo después del agua.

Y el aporte de fibra es especialmente beneficioso para el caballo en invierno, ya que su digestión genera más calor que la digestión de los concentrados.

Caballos en invierno con nieve.

Consejos para cuidar a nuestros caballos cuando hace frío

Caballo alazán con manta en fondo nevado.

¿Qué podemos hacer para que nuestros caballos afronten las bajas temperaturas en las mejores condiciones?
En Covaza Nutrición Equina os recordamos algunos sencillos consejos que pueden sernos muy útiles para proteger a los caballos del frío.

‘Abrigar’ a los caballos

Aunque a estas alturas del año, nuestros equinos ya han tenido tiempo suficiente para echar el pelo que les protege naturalmente del viento y del frío, si previnisteis los fríos con las mantas es importante mantenerlas hasta que las temperaturas suban de nuevo.

Además, aunque ya hubierais protegido a los caballos con manta, no os confiéis: si están expuestos a la lluvia, al viento o a las bajas temperaturas, pueden enfriarse. Si el mal tiempo predomina, debemos dar a nuestros caballos acceso a algún tipo de abrigo, ya sea un establo, un cobertizo o, simplemente, un cortaviento.

Comprobar su nivel de confort

Aparte de tomar estas precauciones, es conveniente que evaluéis periódicamente el nivel de confort de los caballos, especialmente en lo relacionado con la temperatura. Si el caballo tiembla, hay que resguardarlo. Si suda con la manta puesta, cambiadla las veces que sean necesarias.
Para saber si los caballos tienen la temperatura correcta, aunque no dispusiéramos de termómetro, podemos palpar la base de las orejas o bien el vientre justo detrás del codo. Estas zonas deben estar tibias independientemente del clima que haga.

Medir la condición corporal del caballo y reajustar su dieta

Una cuestión muy importante para vigilar la salud de nuestros caballos cuando hace frío es controlar su condición corporal y no fiarnos tan solo de su aspecto externo. Pero ¿cómo podemos hacerlo?:

Debemos ser capaces de sentir las costillas del caballo con una ligera presión. Si tenemos que aplicar más presión para sentirlas, el caballo tiene sobrepeso y no necesita un aumento de la alimentación para los meses de invierno.
En cambio, si podemos sentir las costillas del caballo sin ejercer apenas presión, es que está demasiado delgado, ha perdido condición corporal y tendríamos que revisar su ración.
(Ver más información sobre cómo medir la condición corporal del caballo y la escala Hennecke)

Una dieta basada en una buena cantidad de forraje altamente nutritivo ayudará a conservar la condición corporal deseada de nuestro caballo. Tengamos en cuenta que la digestión del forraje hace que se libere energía lentamente.

Además, y como complemento, los aceites vegetales como Glycoil o LinoMax3 son una manera ideal para afrontar las bajas temperaturas. Cualquiera de los piensos Covaza (incluidos los de mantenimiento) tiene esta saludable proporción de grasas y aceites (por encima del 4’00%-4’50%, frente a la mezcla tradicional, que no suele superar el 2’5%-3’00%).

Agua en óptimas condiciones

Además del alojamiento y la alimentación, es necesario controlar la ingesta de agua de nuestros caballos. El agua fría puede provocar que los caballos beban menos y se deshidraten. Y esto, a su vez, puede desembocar en un cólico por impactación.
Asegurémonos, por tanto, de que los caballos dispongan de una fuente de agua no congelada y limpia. Revisemos diariamente los bebederos o recipientes que la contengan. Si el agua se hubiera congelado, hay que romper el hielo y verter agua caliente hasta alcanzar una temperatura óptima: entre los 14ºC y 17 ºC.

Ver más información sobre la alimentación de los caballos en invierno

 

¿Cómo recuperar la salud de un caballo demacrado?

yegua-recuperada-0Un porcentaje cada vez más numeroso de las consultas sobre nutrición equina que recibimos en Covaza procede, lamentablemente, de clientes que han comprado o se han hecho cargo de un caballo en unas condiciones físicas deplorables. Algo que, por cierto, habla muy bien de estos amigos, que demuestran amar y respetar realmente a los animales.

Cuando tenemos ante nosotros un caballo al que, como popularmente se dice, podemos contar cada uno de los huesos, con una cabeza desproporcionadamente grande en comparación con el cuerpo y en posición sumisa, cuyas orejas apenas se mueven para percibir lo que ocurre a su alrededor, con ojos tristes, aburridos y sin expresión, que no interactúa con el resto de la manada, que no mueve la cola y la tiene siempre baja… estamos ante un caballo “muerto de hambre”, por duro que suene.

La gravedad del problema nos ha animado a escribir este artículo, que puede ayudar a recuperar a estos animales, y que dedicamos de un modo especial a aquellas personas que o bien trabajáis en centros de rescate de caballos o individualmente habéis apostado por dar una segunda oportunidad a los equinos que se hallan en esta situación. Gracias, en nombre de todos los que amamos a los caballos, por vuestro empeño en darles la vida que merecen.

yegua-flaca-01

Yegua hispano-árabe de 9 años cuando llegó, en condiciones deplorables,  al Club Hípico El Saytón, clientes y amigos de Covaza.

¿Cómo realimentar un caballo demacrado?

Un grupo de investigadores de la Universidad de California Davis* ha desarrollado, tras un exhaustivo trabajo de campo,
unas recomendaciones de manejo para realimentar un caballo demacrado.

Su objetivo era reducir al mínimo el denominado “síndrome de realimentación” que pueden provocar las dietas calóricas concentradas en animales que han pasado hambre y que pueden derivar en insuficiencia cardiaca, renal o respiratoria después de 3 a 5 días de la comida inicial.

El programa que recomiendan para recuperar a un caballo demacrado (que exige una báscula para pesar el alimento) se divide en tres fases:

Días 1 – 3:

Suministrar cada 4 horas 0’5 kg de heno de alfalfa de buena calidad (total: 6 veces al día). Contactar con un veterinario para evaluar el estado de salud del caballo.

Días 4 – 10:

Lentamente, aumentar la cantidad de alfalfa de cada toma y reducir el número de tomas, de manera que en el día 6 hay que suministrar 2 kg de heno de alfalfa cada 8 horas (un total de 6 kg de heno de alfalfa al día).

Día 10 y durante varios meses:

Suministrar tanta alfalfa como el caballo pueda comer y reducir las tomas a dos veces al día.

Proporcionar un bloque de sales minerales.

No suministrar alimentos concentrados (granos de cereales, piensos…) hasta que el caballo no esté bien recuperado (cuidado: hacerlo prematuramente puede complicar la recuperación metabólica normal y ocasionar la muerte).

Se debe proporcionar al caballo agua limpia y fresca constantemente.

Una buena recuperación pasa también por una desparasitación correcta y una revisión dental adecuada.

Se pueden añadir otros tipos de heno, como el de hierbas, después de las dos primeras semanas, pero lentamente.

La mejor manera de introducir de nuevo un alimento en la dieta equina es, como concluye el estudio, a base de pequeñas y frecuentes cantidades de heno de alfalfa de buena calidad, que se caracteriza por ser frondosa, de tallos finos y exenta de polvo y mohos. Su contenido en proteína está entre el 16%-17%.

El caballo mostrará signos de recuperación en las siguientes dos semanas al inicio del programa. El movimiento de las orejas, cola y cabeza y la expresión de los ojos serán los primeros síntomas de mejora que detectaremos.

El aumento de peso lo podremos apreciar en el transcurso de un mes, pero necesitaremos de tres a cinco para recuperar el caballo por completo hasta llegar a su condición corporal adecuada.

En todo este periodo es conveniente la revisión de un veterinario y de un nutricionista equino por si surgiera algún imprevisto.

yegua-recuperada

Tras un completo plan de recuperación, la yegua  no solo alcanzó una condición corporal óptima, sino que, además, estos grandes profesionales de El Saytón la están preparando para competir en enganche

Dietas descartadas

Además de la dieta de heno de alfalfa, los investigadores norteamericanos implementaron la dieta de pienso completo y la de heno de avena.

La primera, al tener un mayor nivel de carbohidratos, hizo que la liberación de insulina fuera mayor. Aunque la función de ésta es facilitar la absorción de los carbohidratos a través del torrente sanguíneo y almacenarlos en las células para su uso como energía en el futuro, también provoca que baje el contenido de los electrolitos fósforo y magnesio aportados por la circulación a las células. Esta deficiencia puede desembocar en fallos cardiacos, renales y respiratorios. El efecto no se puede detectar en los primeros días de suministro de esta ración, pero pueden aparecer después de algunos días o semanas por la continua segregación de insulina y la baja cantidad de electrolitos necesaria para el correcto funcionamiento del organismo.

Por su parte, la dieta a base de heno de avena era muy voluminosa (las tres dietas debían aportar las mismas calorías), y eso produjo diarreas en algunos caballos. Además, algunos nutrientes esenciales como el fósforo y el magnesio eran bajos en comparación con las otras dos.

Como ya hemos destacado, la dieta finalmente recomendada por los investigadores, a base de heno de alfalfa, fue la que mejores resultados dio debido su alto nivel de proteína de calidad y los electrolitos fósforo y magnesio. Tengamos en cuenta también que esta dieta, por su bajo aporte en almidón, minimizó la respuesta a la insulina.

Los peligros de la inanición

En un proceso metabólico normal el caballo utiliza sus reservas de hidratos de carbono y posteriormente sus reservas grasas para generar energía, necesaria para realizar distintas funciones. Estas reservas se vuelven a reponer a través de los nutrientes contenidos en los alimentos, y este ciclo es constante.

Cuando el suministro de alimentos cesa, lo hacen también los aportes de nutrientes, y en ese momento la energía comienza a generarse desde la utilización de las proteínas.

Así como en el organismo hay depósitos de almacenamiento para los hidratos de carbono y las grasas, no ocurre lo mismo con las proteínas. Éstas componen los músculos y todos los tejidos. Entonces se inicia un deterioro de los músculos y de los tejidos. A medida que va pasando el tiempo, la supervivencia del caballo está más comprometida. Cuando el caballo pierde más del 50% de su peso el pronóstico de supervivencia es muy bajo.

 

*Fuente: artículo científico de una especialista en bienestar animal en la Universidad Davis de California, sobre una investigación basada en la realimentación y rehabilitación de caballos demacrados. Carolyn Stull, MS, PhD– Reprinted from The Horse Report with permission from the Center for Equine Health, School of Veterinary Medicine, University of California, Davis. Aug 21, 2012

Los aceites: los grandes aliados energéticos de los caballos

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¿Qué ocurre en la dieta de un caballo cuando lo tenemos en un box (en un paddock en el mejor de los casos) y lo sometemos a un programa de entrenamiento para competir con él?

Está claro que los caballos son eminentemente herbívoros y su fisiología digestiva está diseñada para comer cada día, y durante largas horas, importantes cantidades de hierba, alimento con bajo contenido energético. Pero este tipo de alimentación es el de los caballos salvajes, no el de los caballos en competición.

Cuando un caballo entrena, la consecuencia inmediata es que necesitará un aporte energético mayor, porque con una dieta a base de forrajes no satisfaremos sus necesidades de energía extra.

Pues bien, ¿dónde podremos recurrir para obtener dicho aporte extra? La respuesta es en el grupo de los aceites vegetales, que no solo son compañeros casi imprescindibles cuando pensamos en la competición, sino que aportan un plus importante de salud a nuestro caballo. Lo explicamos a lo largo del artículo.

Pero, ¿por qué optar por aceites vegetales en vez de por proteínas o cereales para obtener esta energía extra para nuestro caballo?

Es cierto que tradicionalmente hemos acudido a los cereales, cuya característica principal es su aporte en hidratos de carbono, especialmente en almidón. Pero los cereales en sí muestran varios inconvenientes y desequilibrios nutricionales. Cabe destacar que los cereales en grano (excepto la avena) tienen una digestibilidad muy baja, por lo que es necesario procesarlos de alguna manera, bien sea moliéndolos, aplastándolos (tanto por vía fría como por calor) o extrusionándolos (pellets o extrusionados). En cuanto a desequilibrios nutricionales, el más importante es su relación Ca:P (Calcio:Fósforo) que, además de estar invertida, está descompensada.

Otra fuente a la que podemos recurrir son los alimentos altos en proteínas como la soja, el girasol, los guisantes o la colza, pero está demostrado que en el metabolismo equino la transformación de la proteína en energía es bastante ineficiente, además de producir urea (amoniaco) como residuo, un elemento bastante desaconsejable en cualquier organismo animal.

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Ventajas de los aceites para nuestros caballos

En el grupo de las grasas, o los aceites, es donde los nutricionistas equinos nos hemos centrado mucho durante los últimos años. Las causas son múltiples. A saber:

Los aceites vegetales son bien aceptados por los caballos en sus dietas, además de aportar un nivel de calorías muy importante:

por término medio, 1 gramo de hidratos de carbono proporciona al organismo 4’1 calorías, al igual que 1 gramo de proteína. Sin embargo, 1 gramo de grasa proporciona por término medio 9’3 calorías. Por lo tanto, podemos afirmar que las grasas aportan más de 2’25 veces más energía que los hidratos de carbono y las proteínas. Por ese motivo la inclusión de niveles altos de grasas (vegetales) / aceites (también vegetales) es más que aconsejable en las dietas de nuestros caballos.

Además, si tuviéramos la posibilidad de observar una célula al microscopio, veríamos que su membrana está formada por tres capas: la más externa es una capa de grasa, la intermedia es una capa formada por proteína y la capa interna está formada por grasa también, razón por la que se la denomina membrana bilipídica.
Si mantenemos bien alimentada y en buen estado esa membrana, favoreceremos la salud, el sistema inmune y, por lo tanto, el rendimiento de nuestro caballo.

En verano

Al incluir aceites, podremos rebajar la cantidad de concentrado o pienso que suministramos a los caballos sin tocar el aporte de forrajes, que siempre ha de ser abundante.

En invierno

Si incluimos a la ración diaria de nuestro caballo una cantidad determinada de aceite, aumentamos de manera segura la energía de esa ración. Por ejemplo, si añadimos 100 ml de aceite vegetal a la ración, aportamos automáticamente 800 Kcal. Teniendo en cuenta que 1 kg de alfalfa aporta 1.800 Kcal por término medio, podemos ver la importante aportación calórica de los aceites.

Los aceites, así mismo, contienen entre otros ácidos grasos esenciales ácido linoleico (w6) y linolénico (w3) que, en dietas basadas en cereales, son bastante deficientes. Ambos mejoran la calidad de la piel y el pelo, previenen irritaciones dérmicas (eccemas) -sobre todo en el verano-, regulan y mejoran el sistema inmunitario, aportan flexibilidad muscular para el ejercicio, aseguran la integridad de los tejidos y garantizan el correcto desarrollo y mantenimiento celular favoreciendo las funciones fisiológicas del organismo. Diversos estudios han demostrado, además, que el w3 tiene propiedades antiinflamatorias naturales y evita la acumulación de ácido láctico.

Ya hace muchos años (1929) se realizó un experimento que dio a conocer la gran importancia que desempeñaban los lípidos (aceites y grasas) en el organismo animal. Se suministró una dieta absolutamente desprovista de lípidos a un conjunto de animales. Al poco tiempo se observaron desarreglos en el crecimiento y en el trofismo cutáneo (piel costrosa y escamosa). La adición de unas pequeñas cantidades de ácidos grasos insaturados como el w6 y el w3 hizo desaparecer rápidamente el cuadro morboso. Por eso a estos ácidos se les atribuyó una función análoga a la de las vitaminas. Recordemos, además, que las grasas son el vehículo a través del cual pasan al organismo las importantes vitaminas liposolubes (A, D, K, E).

La conclusión es clara:

los aceites vegetales, como Glycoil o  LinoMax3  de Covaza son una rica fuente de energía segura y de liberación lenta que retrasan la aparición de la fatiga en el ejercicio, favorecen el tránsito intestinal, refuerzan el sistema inmune y protegen de trastornos al sistema digestivo de nuestros caballos.

 

¿Mi caballo está gordo o delgado? Consigue el equilibrio con la escala Hennecke

Un caballo más gordo no es un caballo más saludable. Esta confusión, habitual entre muchos aficionados, provoca caballos sobrealimentados y, por tanto, riesgos serios para su salud. Igualmente, un caballo muy delgado tampoco es un caballo saludable.

El mejor método para alcanzar el equilibrio óptimo de grasa corporal en los caballos es una buena evaluación de su estado actual, que combina la escala Hennecke y el pesado de nuestro caballo atendiendo a su nivel de actividad. De ese modo, sabremos qué cantidad de alimento debemos suministrarle.

La cantidad de grasa para cada tipo de caballo se puede medir con la escala Hennecke, un método visual y manual para evaluar la cantidad de grasa corporal de un caballo, desarrollado en la Universidad de A&M de Texas por el D. D.R. Hennecke y colaboradores.

Zonas de observación

Este método de puntuación del estado corporal se basa en la observación de las siguientes zonas anatómicas de nuestros caballos:

1-La parte superior del cuello.  2-Detrás del hombro.    3-La cruz.   4-El pliegue del dorso.    5-Las costillas.   6-Alrededor de la base de la cola.

Zonas de evaluación de la escala Hennecke

En estas zonas es donde nuestro caballo deposita y almacena primero la grasa corporal. Según la raza y tipo corporal de caballo se almacena grasa más en unas que en otras. Por eso hay que evaluar todas las zonas.

La puntuación del estado corporal varía de 1 a 9, siendo la puntuación 1 equivalente a un animal con emaciación (adelgazamiento patológico) sin almacenamiento graso alguno, y la 9 un animal extremadamente gordo.

Lo ideal es una puntuación de entre 3 y 5 según edad y tipología del caballo. Así los potros tienen su puntuación óptima entre 3,5 y 4. Las razas más ligeras, entre 4 y 4,5. Y los caballos más pesados, en 5. También hay disciplinas deportivas que recomiendan escalas diferentes: como un caballo de carreras cuya condición corporal óptima debería estar entre el 3,5 y 4.

Puntúa a tu caballo con la Escala Hennecke

1- Con extrema emaciación (adelgazamiento patológico)

Se observa una proyección destacada de las apófisis espinosas, las costillas y la base de la cola así como también de las puntas óseas.

Las estructuras óseas de la cruz, los hombros y el cuello se visualizan con facilidad.

No se encuentra tejido graso.

2- Caballo muy delgado o emaciado

Se puede observar una mínima capa de grasa a nivel de la base de las apófisis espinosas, las apófisis transversas de las vértebras lumbares se perciben redondeadas.

Las apófisis espinosas, las costillas, la base de la cola y las puntas óseas son prominentes.

Es posible apreciar diferencias débilmente las estructuras de la cruz, los hombros y el cuello.

3- Caballo delgado

La grasa abarca la mitad de las apófisis espinosas; las apófisis transversas no se pueden percibir.

Hay una ligera cobertura sobre las costillas.

Apófisis espinosas y costillas se distinguen con facilidad.

La base de la cola es prominente pero no se pueden distinguir con facilidad las vértebras individuales.

Puntas óseas aparecen redondeadas pero siguen identificándose con facilidad.

La cruz, los hombros y el cuello están acentuados.

 4- Caballo moderadamente delgado

No hay pliegue a lo largo del dorso del caballo.

Se va perdiendo el delineamiento externo de las costillas.

La prominencia de la base de la cola depende de la conformación, pudiendo percibirse grasa alrededor de la misma.

Los huesos puntiagudos no son identificables.

La cruz, los hombros y el cuello no muestran una delgadez obvia.

Caballo moderadamente flaco

Caballo entre 3 y 4 de la escala.

5- Moderado

Dorso nivelado.

Las costillas del caballo no pueden diferenciarse visualmente pero pueden palparse con facilidad.

Grasa alrededor de la base de la cola comienza a notarse esponjosa.

La cruz aparece redondeada sobre la zona de las apófisis espinosas.

Hombros y cuello se unen al cuerpo sin diferenciación.

El mismo caballo ahora en un nivel 5 de la escala.

6- Caballo moderadamente gordo

Puede observarse la formación de ligeros pliegues en el dorso del caballo.

Sobre las costillas la grasa se percibe esponjosa y con cuerpo.

La grasa localizada alrededor de la base de la cola se percibe blanda.

Comienza a depositarse la grasa junto a los lados de la cruz, detrás de los hombros y junto a los lados del cuello.

7- Caballo gordo

Puede haber pliegues en el dorso del caballo.

Se pueden percibir costillas individuales, pero también se nota un relleno adiposo entre las mismas.

La grasa alrededor de la base de la cola es blanda y además se deposita junto a la cruz, detrás de los hombros y en el cuello.

8- Caballo obeso

Presencia de pliegues en el dorso.

Dificultades para notar las costillas.

La grasa localizada alrededor de la base de la cola es muy blanda.

El área junto a la cruz y detrás de los hombros está rellena con grasa.

Notable engrosamiento del cuello.

Hay depósitos de grasa en la cara interna de los muslos.

9- Extremadamente obeso

Obvios pliegues en el dorso.

Hay acumulación de grasa sobre las costillas.

Se observa un abultamiento de grasa alrededor de la base de la cola, junto a la cruz, detrás de los hombros y junto al cuello.

La grasa localizada en la cara interna de los muslos provoca rozamiento.

Los flancos están rellenos con grasa.

Una vez determinado el estado corporal del caballo con la escala Hennecke, debemos pesarlo para tener una referencia, y debemos también ajustar la alimentación y el ejercicio necesarios para mantener la puntuación (en caso de que sea correcta) o para modificarla, en caso contrario.

Es decir:

Primero, mido con la escala Hennecke.

Segundo:

Si es correcta la condición corporal, o es la que deseamos, peso al caballo para saber la cantidad de alimento a suministrarle, atendiendo también a factores como el tipo y frecuencia de la actividad que desarrolle, la edad y el entorno (si está confinado en un box o en un paddock).

Si no es correcta la condición corporal, debo ajustar ejercicio y alimentación para alcanzarla. Pregunta a tu nutricionista de confianza si tienes cualquier duda al respecto.

Recuerda que el mejor sistema para pesar a tu caballo es en una báscula. Pero si no es posible, tienes otros métodos que te explicamos en calcular el peso del caballo.

Vigilando de manera regular el estado de nuestro caballo podremos ajustar adecuadamente un programa de alimentación y ejercicio para mantenerlo en el estado deseado.

Y cuidado con los caballos sobrealimentados

Muchos aficionados quieren tener el caballo más gordo, creyendo que así está más bonito.

Demasiadas veces nos encontramos con caballos sobrealimentados y, lo más peligroso, faltos de una pauta regular de ejercicio que se aumenta o reduce progresivamente. Estos caballos se ejercitan solo una o dos veces por semana o, peor aún, se les da una paliza a trabajar el fin de semana.

El concepto de “gordo” es bastante subjetivo. Si el propietario cree que a su caballo le falta peso, aumenta su ración. Pero muchas veces el caballo está en su peso correcto y lo que tendría que aumentar son las horas de estar suelto en un picadero o en un padock, o bien procurarle más ejercicio y, entonces sí, aumentarle un poco la ración.

A veces queremos solucionar los problemas del estado corporal del caballo pensando únicamente en la parte de la nutrición e ignorando por completo la parte del ejercicio, del movimiento, que es básica para que nuestro caballo se desarrolle y se mantenga en óptimas condiciones de salud y bienestar.

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